Hice mi primera nota con él hace, más o menos, doce años. Telefónica. Sobre ángeles, esperanzas y esas cosas de las que Víctor hablaba y -profundamente- creía. Cuando salió publicada, me llamó para felicitarme. "Es una de las pocas veces en las que un periodista -una en este caso- publica textualmente lo que dije, transmitiendo aquello que quiero transmitir", me dijo.
Al año le hice otra entrevista en su casa de Vicente López. La idea era que fuera breve. Me quedé seis horas y mi marido por entonces...esperándome en el auto estacionado en la puerta. Cuando se lo dije salió y lo hizo entrar. Nos invitó a su despacho -su altillo repleto de libros y magia- y nos mostró testimonios aún no publicados que nos arrancaron -a los tres- más de una lágrima.
Yo sabía que cada reportaje a Víctor era una aventura hacia lo desconocido. El último -hace un par de años- también duró más de la cuenta. Cinco horitas, ni más ni menos. Hablamos del libro de entonces, de la vida, de política, cine, teatro, arte...me despidió con un beso y un "gracias".
Hoy decidió -porque no me cabe duda de que lo decidió- irse a jugar con Mariano, sú ángel. Cansado, seguramente, de luchar en esta vida terrenal, ganándole miles de batallas a la muerte. No puedo parar de llorar, aunque, entre lágrima y lágrima, se me escape una sonrisa al recordarlo. Es un gran tipo. Doy fe. Y no hablo en pasado porque se que allá, donde esté, Víctor seguirá trabajando para que no se pierda la esperanza. Esa en la que él, más que nadie, tanto creía.
3 comentarios:
El Gallego era así: te podía tener tres horas esperando en un auto, pero luego te abría las puertas de sus anécdotas y su don especial para generar amigos. Ya empiezo a extrañarlo a él, a Mariano y todas sus historias. Pero me quedan los libros, los que guardaré en los lugares más importantes. Saludos
Si Marcelo, ES un tipazo. Y ahí estará junto a Mariano haciendo de las suyas no?
Pobre tipo, la peleo todo lo que pudo. Me gusta el blog. Chau
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