domingo, enero 06, 2008

¡A DESCANSAR SE HA DICHO!


La presidenta Cristina Fernández de Kirchner está de vacaciones. Trabajó 14 días y el estrés provocado por su ardua tarea como Primer Mandataria la llevó a decidir que ya era hora de descansar. Recordemos la sonrisa para la foto con Antonio Banderas y su mujer, Melanie Griffith, el “Nano” Serrat y Sabina y el grupo “Soda Stéreo”. Además del entrenamiento escénico que significó cantar a dúo con las Sosa, Patricia y Mercedes, el 10 de diciembre.
La cuestión es que la señora estaba cansada y, según advierte en su último número la revista “Noticias”, su casa en el Calafate se convirtió en una suerte de bunker impenetrable.
Este es uno de los primeros cambios de la “gestión Cristina” con sus antecesores. Así, por ejemplo, Raúl Alfonsín y Carlos Menem tomaron su primer descanso después de un año y Néstor Kirchner hizo lo propio recién 22 meses después de asumir. Pero ella no.
“Pasó la mitad de sus primeros treinta días (de gobierno) descansando”, señala “Noticias”, cuya foto de portada le costó un tirón de orejas a más de un custodio encargado del celoso cuidado del descanso presidencial. La revista de Editorial Perfil también advierte que la señora odia que le tomen fotos, ya que quiere que su imagen sea manejada por los fotógrafos de la presidencia y tomadas de la web oficial, “donde pueden ser manipuladas por el photoshop”, dice la publicación.
En medio del escándalo de la “Valijagate”, la crisis energética y el triste papel de su esposo en Colombia, Cristina se dedica al jardín y la lectura en su mansión del Calafate.
Reflexión: Me remito nuevamente a la revista “Noticias” y a una investigación de Carlos Lindner del mes de noviembre, pero de 2006. “Las repentinas ausencias y los cambios de ánimo no son parte de la estrategia electoral”, explica el artículo, que señala que Cristina sufriría de trastorno bipolar, enfermedad psiquiátrica que alterna períodos de euforia con otros de intensa depresión, lo que explicaría estas conductas ambivalentes.
Lo cierto es que más allá de toda posible relación, me sumo a lo escrito por Marcelo Pensa en Megalomanía: “¡Quiero tener un laburo así!”.
El cambio, como se ve, recién empieza.

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